EL PUEBLO DE LOS GUANES: Raíz gloriosa y fecunda de Santander

Por: Isaías Ardila Díaz
[1978]

Guane es una población muy pequeña. El conjunto principal de casas se levanta en los alrededores de la plaza. Al costado sur de ésta, la Iglesia y al lado oriental, una amplia casona colonial pintada de blanco, cuyo pintoresco corredor tiende su sombra sobre la plaza.
Esta es la Cata Cural donde habita el Presbítero Isaías Ardila Díaz, un santo hombre de Dios que ha consagrado su espléndida madurez a conducir a ésta modesta grey por los caminos de la doctrina católica, a mantener pulcra y bellamente la iglesia colonial, a atesorar; una de las colecciones más importantes de fósiles que existen en el país, y a preservar viejos libros donde vertieron sus áridas cuentas los encomenderos españoles, que hoy se humanizan a la luz de la historia, con los ojos del corazón y de la mente. Todas éstas ocupaciones, sin embargo, lejos de limitar la actividad del dinámico Padre Ardila, le han motivado a dedicarse a escribir, aprovechando la soledad y el silencio que reinan en Guane.
Este libro, testimonio de su amor y profunda admiración por ésta región, recoge en sus páginas la historia de un Municipio, desde sus más remotos orígenes, cuando era habitado por los indios guanes, pasando por la Colonia y la Independencia, hasta el acontecer cotidiano que lo caracteriza en los finales de éste siglo XX.
En este libro se reviven los caciques indígenas, los valerosos españoles, los frugales viejos republicanos, clérigos y obispos, sencillos campesinos del lugar, los astutos políticos, en fin,el origen de esa sociedad que hoy lucha, se desarrolla y prospera en una de las regiones más áridas del país.

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El pasado indígena

Por: Alfredo López Austin y Leonardo López Luján
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Sinopsis: La necesidad de comprender la compleja realidad mexicana hace indispensable remontar nuestra historia a las primeras sociedades que habitaron el territorio patrio. Por lo regular, al abordar el tema del periodo prehispánico, los libros generales de historia de México dan una enorme importancia a la mitad meridional del país y se explayan en el esplendor
mesoamericano. Esto es comprensible en parte, dada la riqueza de información que existe sobre Mesoamérica, sobre todo si se compara con la que se refiere a las otras dos superáreas culturales surgidas en el territorio mexicano: Aridamérica y Oasisamérica. Y lo es también porque suele responder a la preferencia ideológica del pasado prestigioso, preferencia que no toma en cuenta el enorme interés científico que tienen, en el contexto de la historia universal, las sociedades que se desarrollan en medios adversos. Sin duda, la descripción insuficiente de las culturas
del norte del país provoca una laguna histórica en el lector no especializado.
Esta obra es una visión global y unitaria del pasado indígena de México.
Los autores han procurado proporcionar al lector una visión panorámica que se inicia hace más de treinta milenios, con los primeros recolectores-cazadores, y siguen la pista de las grandes transformaciones sociales hasta principios del siglo XVI. En la historia incluyen las tres superáreas culturales del período prehispánico. No sólo esto, sino que muestran los vínculos que existieron entre ellas, imprimiendo recíprocamente su sello en sus respectivos procesos históricos.